Un día cualquiera
¡Ring, ring! El reloj marca las 6:00; ese es el despertador biológico de la Casa Hogar.
De la mano del sol, amanecen los gallos anunciando un nuevo día, como sucedía aquí antaño.
¡Empieza la revolución! La Casa Hogar despierta pletórica, radiante, llena de energía bajo una imponente montaña; aquella que te revela desde muy temprano si el día será gris o colorido.
“Fuera las mosquiteras, me levanto de un salto, sacudo las zapatillas (nunca se sabe con qué animalitos hemos dormido hoy), con un poco de suerte hay agua y me lavo la cara… doy pie a un día cualquiera”.
Un día cualquiera en la Casa Hogar da para mucho.
Su fe incondicional les empuja a hacer de la oración la primera acción del día. Sentad@s y en silencio, asoma un rico olor de la cocina que acusa a Adelaida de tener unas manos de oro; lleva ya un buen rato entre fogones.
¡El desayuno está listo! No esperes encontrar una bonita taza de café con apetitosas tostadas. Aquí se estila desayunar de forma contundente. Yuca, papa, avena y cacao puro adornan la mesa cada mañana.
Con estómago a temple y uniforme impecable y bien planchado, desfilan hacia el colegio no sin antes atravesar una gran pradera. Allí, pasan la mañana entera entre cuadernos y tinta; hasta que la hora de comer les vuelva a poner sobre la mesa.
Hacen caso omiso a la modorra, no hay siestas que valgan, ¡no hay tiempo que perder, todavía hay mucho por hacer!
¡La música nunca falta! Entre risas, bailes y alboroto se confunden l@s un@s a l@s otr@s preguntándose:
– ¿Hoy toca manualidades o deporte?
– No, loco, a l@s pequeñ@s les toca cuidar a los animales y a l@s más grandes trabajar en la huerta.
Cada un@ tiene su quehacer y tod@s saben hacerlo todo. Allá, no hace falta ser adult@ para que cada un@ se ocupe de sus cosas. Allá, las tareas cotidianas salpican a tod@s desde muy temprano, haciendo a est@s niñ@s crecer rápido y pronto.
Entre palanganas y pastillas de jabón decenas de manos frotan su ropa sucia. Las mismas manos que durante la tarde aprenderán a escribir, a hacer los ejercicios de matemáticas, a trabajar la madera en la asignatura de carpintería, a dibujar en los más creativos….
Nuevamente, el reloj marca las seis; pero esta vez el sol se esconde tras aquella alta montaña para no dejarse ver hasta mañana. La luz del día llega pronto, pero igualmente pronto deja a sus gentes a oscuras.
Y así, estos simpáticos torbellinos caen rendidos después de un día largo y ajetreado.
Cesan sus voces, pero no el ruido. Allá el silencio está vivo. En las noches la naturaleza se le apodera, campa a sus anchas con un sinfín de voces. La de su flora, la de su fauna, la del río Marañón.
La de las estrellas.